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Mientras leía, o más bien hojeaba, El hacedor (de Borges) Remake, encontré una versión que me atrajo de todas las que hace de la obra borgiana. Otras, antes y después, me habían parecido largas, demasiado extrañas o con una relación demasiado débil con la original.  Argumentum ormithologicum en cambio me pareció que desarrollaba una pequeña argumentación mucho más similar a la del texto original a partir de dos elementos principales como veremos a continuación: los números y las aves para llegar a una conclusión, opuesta a la orginal, pero siguiendo un razonamiento. Posiblemente me atrajera la alusión a las matemáticas o el hecho de que el mismo autor, como veamos, cree una teoría acerca de la letra aleph y la aplique en todas sus consecuencias.

Borges vs. Mallo

El autor del Remake es un escritor incluido dentro de lo que se ha llamado «Generación nocilla» o after-pop, un grupo o generación literaria, en mi opinión difícil de definir y, más todavía, de clasificar. Lo único que parece estar claro es que son un movimiento muy relacionado con lo que fuera el pop en el siglo XX, un movimiento provocador, que buscaba llamar la atención, unificador de elementos de la alta cultura y, a su vez, de la cultura de masas. No queremos extendernos más en la introducción a un tema que, realmente, no dominamos, pero sí esperamos haber establecido de forma sucinta las bases sobre las que se asienta la obra. Solo nos falta añadir que, con esta oba, la polémica está servida pues fue retirada del mercado debido a problemas de derechos de autor.

A continuación, reproducimos ambos textos: el primero, el original; el segundo, el remake. Tras la lectura, pasaremos a analizar, de forma breve, los puntos que ambas narraciones puedan tener en común

ARGUMENTUM ORMITHOLOGICUM (Borges)

Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros. La visión dura un segundo o acaso menos, no sé cuantos pájaros vi. ¿Era definido o indefinido su número? El problema involucra el de la existencia de Dios. Si Dios existe, el número es definido, porque Dios sabe cuántos pájaros vi. Si Dios no existe, el número es indefinido, porque nadie pudo llevar la cuenta. En tal caso, vi menos de nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, o dos pájaros. Vi un número entre diez y uno, que no es nueve, ocho, siete, seis, cinco, etcétera. Ese número entero es inconcebible; ergo, Dios existe.

ARGUMENTUM ORMITHOLOGICUM (Fernández Mallo)

La existencia de Dios es un hecho innegable, aunque sólo sea por agotamiento lógico: hay quienes creen que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, y hay quienes creen que fue el hombre quien hizo a Dios a su imagen y semejanza. El resultado es el mismo. El matemático ruso Georg Cantor [1845-1918] concibió una de las construcciones más importantes y extrañas de la historia matemática, los Números Transfinitos, lo que no le impidió morir en la indigencia. A los 23 años de edad intuyó, y más tarde formalizó, que existen infinitos más grandes que otros infinitos, los que ordenó de menor a mayor y denotó con la letra Aleph [\aleph] del alfabeto hebreo [que simboliza a un pájaro en la máxima extensión del batir de sus alas; pero esto lo digo yo].

El orden creciente de estos infinitos sería \aleph0, \aleph 1 \aleph2…,\alephn…,en donde \aleph0 es el conjunto de todos los números naturales, \alephp el conjunto de todos los números reales, que es mayor que el anterior, y así. A partir de ahí creó toda una aritmética transfinita hoy perfectamente asimilada por el establishment matemático, pero condenada en su día al ostracismo: el ilustre Poincaré dijo al respecto, «una enfermedad ha florecido en el seno de la matemática», y Kronecker la identificó con pura charlatanería científica, y a su autor, con un corruptor de la juventud; por su parte, Weyl, siniestramente, enunció la frase: «tan sólo es niebla en la niebla» [da miedo sólo pensarla]. Georg Cantor, cada vez más pobre, terminó sus días en una institución mental empeñado en demostrar que las obras de Shakespeare habían sido escritas por Francis Bacon. Llevando al límite el hecho de que, tal como soñó Cantor, elegido un número infinito de cosas siempre existe otro conjunto de cosas aún más infinito, no se demuestra que Dios exista [y eso que su existencia es bien fácil de demostrar], ni tampoco se demuestra que nuestra galaxia exista [cosa más difícil de probar], ni que el planeta Tierra, ni la especie humana, ni tampoco siquiera la imaginación o la certeza existan, pero sí viene a demostrar que el pájaro en la máxima extensión de sus alas [\aleph] es una idea bastante más simpática y siniestra de lo que imaginaron, respectivamente, Alfred Hitchcock y los místicos sufís. Y esto también da miedo pensarlo.

En el remake de «Argumentum ormithologicum» (que supongo que será algo así como argumentos que demuestren la existencia de Dios) Fernández Mallo ha tomado dos elementos pertecientes al cuento, el número definido y la idea de la existencia de Dios, y los ha amplificado partiendo, o al menos eso nos parece, de otro hito importante en la obra borgeana: el aleph. Probablemente la elección de Georg Cantor para el desarrollo de la idea matemática provenga del uso que hace este de la letra aleph como indicador de conjunto de número transfinito. Pero veamos más detenidamente cómo funciona la revisión del relato.

En primer lugar, el relato de Fernández Mallo invierte la estructura del relato borgeano empezando por el final, por el el hecho de que «la existencia de Dios es un hecho innegable»  y resalta la idea del agotamiento lógico que, al fin y al cabo, es lo que hace el protagonista de la versión original (si bien el procedimiento es similar al de la reducción al absurdo). Dado que en el original se llega a la comprobación de la existencia de Dios a través de los números, este es el momento en que se introduce la teoría matemática, sin establecer una relación todavía y, además, intenta «colarnos» el significado real de la letra aleph: «simboliza a un pájaro en la máxima extensión del batir de sus alas» ,aunque esto, matiza, lo dice él, y así es, porque lo que verdaderamente simboliza es una cabeza de buey. Estamos, pues, ante un nuevo punto de contacto entre original y reproducción, si bien la reproducción inventa a partir del original y crea los enlaces de forma voluntaria: dado que la existencia de Dios se constata a través del cómputo de pájaros que vio el protagonista y que pudo haber visto Dios, en la reproducción encontramos a un matemático que crea una teoría, durante mucho tiempo poco estudiada y creída, que simboliza, según el autor, con una letra del alfabeto hebero que simboliza un pájaro. Todo esto en la primera parte, donde se establecen, como venimos repitiendo, puntos de contacto (si bien un tanto débiles) con el original.aleph

En segundo lugar, en la segunda parte del «remake» vemos cómo el autor se dedica a explicar, con mayor atención, la teoría de Cantor y su funcionamiento. Tras ello llega a la conclusión de que, aunque se pueda demostrar que los números transfinitos existen esto no prueba la existencia de Dios (si bien el autor matiza que esto es algo fácil de demostrar), ni nada en realidad. Con esto parece que Fernández Mallo trabaja la historia original para invertirla.

Georg Cantor

En tercer, y último lugar, el autor da un salto en sus argumentos y pasa a indicar que los números transfinitos solo demuestran que el pájaro en la máxima extensión de sus alas [\aleph] es una idea bastante más simpática y siniestra de lo que imaginaron, respectivamente, Alfred Hitchcock y los místicos sufís. Es decir salta de la argumentación sobre la existencia de Dios que da pie al relato para relacionar una teoría matemática con dos elementos, en cierto modo, también culturales (e ideológicos): el misticismo sufí y el cine, con una referencia, nada sutil, a su famosa cinta Los pájaros (1963) enlazándolo todo con un simbolismo inventado por él mismo, pues recordemos que la letra aleph no es símbolo de ningún pájaro.

Por tanto, en este remake que deja prácticamente irreconocible su referente de partida, vemos que emplea tres procedimientos que podríamos relacionar con aquellos que ya empleara el pop en su época: elementos de alta cultura (la figura de Georg Cantor) y de la cultura de masas (la cinta de Hitchcock que es muy conocida, aunque en este caso podríamos entrecomillar aquello de «de masas») y, además, introduce un tercer referente al que aplicará una teoría imaginaria: el aleph, elemento que forjará unos cimientos «estables» para la edificación del resto del cuento pues es a partir de este referente dentro de la obra de Borges que puede cobrar sentido el hecho de  que se introduzca una teoría matemática. Configurar el aleph como un pájaro consigue establecer una doble conexión: por una parte con el cuento original; por otra, es un motivo suficiente para que se nombre al cineasta sin que esto resulte -del todo- raro, si bien el final es inquietante Y esto también da miedo pensarlo. Y no sabemos muy bien qué pensar, pues la sensación de extrañeza que dejan las 2 últimas líneas de la historia es importante. Quizás fuera esta su intención, la de extrañarnos a partir de la inversión de los términos de un cuento que sirve de punto de partida y que casi desaparece en el de llegada.  Leído en comparación con el original podríamos ver el punto provocador que en un principio indicábamos, si bien en este caso es menor que en otros apartados del libro.

Gemma.

Probablemente la mayoría de vosotros, lectores, os preguntéis ¿qué relación tiene esto con la cultura? Porque la relación con la sociedad sí que se ve: una manipulación constante de cómo, cuándo y cuánto hay que consumir. Pero este es un tema que prefiero dejar a un lado por hoy. Relación cultural no mucha, aunque alguna curiosidad sí que veremos pero este documental nos hará pensar mucho acerca de cómo gestionamos el consumo y cómo este afecta hasta el más impensable de nuestros actos.

Cartel del documental

Tras el visionado de «Comprar, tirar, comprar», un documental emitido en La2 de Tve empecé a cuestionarme muchas cosas porque algunas de las que se muestran en él no tienen ningún sentido si se analizan con calma. Es una manipulación pura y dura del consumidor: no solo el producto es de menor calidad, sino que por su «novedad» lo estamos pagando más caro. ¡Ah! No solo eso, sino que además, este tipo de sociedad de consumo basada en «comprar, tirar, comprar» como reza el título del documental tiene una serie de daños colaterales en otros sectores de la sociedad que yo por lo menos desconocía.

La principal relación “cultural” que podemos establecer es la creación poética a partir de un problema como este. La poesía normalmente la conocemos como amorosa, social, cotidiana pero ¿quién escribe un poema sobre cómo las pilas de la linterna duran lo mismo que la bombilla y por ello es imposible usarla cuando una lo necesita como queja? Queda claro que este tipo de poesía podría incluirse dentro del tipo social, pero de una forma periférica. Es una queja a la sociedad, pero a la sociedad del consumo. Ya no es ese tipo de poesía social que se basaba en la denuncia de situación de represión de la libertad, guerras… Pues esta persona existe. La autora se aleja de un mundo gobernado por la tecnología y decide vivir la vida de otro modo: para escribir usa la máquina de escribir tradicional y usa la electricidad lo menos posible. Todo esto la inspira y podemos verla a lo largo de todo el documental dando sus opiniones sobre lo que está pasando (podemos verla en los minutos 11, 13, 28’55, 40, y otros más, esto es solo orientativo).

El enlace del documental en su versión extendida. Son solo unos 15 minutos más y vale la pena verlos.

Por otro lado, en este mismo documental se aborda un tema importante, aunque solo de pasada, el de la brecha digital, que días atrás comentábamos en clase de Prácticas literarias, entre los países conocidos como el primer mundo y los del tercero (aunque esta denominación no sea la que más me guste). La gestión de todos los residuos generados por la tecnología se lleva a cabo de un modo que podríamos considerar como fraudulento y que ayuda a agravar el problema del acceso a las nuevas tecnologías ya que se tiene la creencia de que se está enviando material en buen estado susceptible de ser usado por los habitantes de la región, ya que se envían clasificado como productos de segunda mano.  Lo que se encuentran es que, en la realidad, solo son reutilizables las primeras piezas del cargamento, ya que todo lo que viene detrás no es más que basura -está prohibido el envío de residuos a los países poco desarrollados-, elementos que no se pueden aprovechar y cuyo único destino será contaminar una región sin dar un beneficio a cambio a sus habitantes (aunque la ecuación contaminación a cambio de beneficio también es cuestionable). Por suerte se están tomando medidas contra esto, pero la solución definitiva es todavía muy lejana (toda esta información se puede ver en el documental a partir del minuto 55)

Es un documental que ha llegado a mucha gente, tanto por la red como por televisión, que trata un tema que hoy en día «está de moda», podríamos decir, ya que la sociedad empieza a cansarse de productos obsoletos a los pocos meses de haberlos adquirido, cuando todavía están nuevos. Además no hace ver que el problema no está solo en nuestros bolsillos, sino que van más allá, creando problemas en otras regiones, que por su «lejanía» desconocemos. Si todavía no lo habéis visto, lo recomiendo como un buen ejercicio para reflexionar sobre algunos aspectos, importantes, de la actualidad. Junto a este documental se han emitido otros relacionados -en otros espacios de la cadena- con las formas modernas de comprar, por ejemplo los centros comerciales y los grandes almaceneces, que nacieron en el siglo XIX, y que son también muy interesantes para conocer, un poco mejor, la sociedad de consumo que nos rodea.

Gemma Burgos Segarra

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Prácticas literarias en la era de la información

Asignatura del Grado de Estudios Hispánicos, coordinada por Jaume Peris Blanes (Universitat de València)

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