Esta será una entrada breve, o eso espero, pues mucho se ha dicho ya sobre el tema, si bien es cierto que parece haberse quedado estancado en la eterna lucha entre dos bandos: los amantes del papel y los locos de la tecnología. Intentaré establecer un punto medio pues, sinceramente, no sabría bien dónde incluirme pues soy una de esas personas a las que les encanta coleccionar (siempre que el presupuesto lo permite) libros en las estanterías de su casa, oler el papel, acariciarlo… todo muy sensorial. Me negaba en rotundo a adquirir un libro electrónico a pesar de que he introducido las nuevas tecnologías de forma activa en mi vida de estudiante: por lo general utilizo un netbook como libreta en clase y creo que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en el ámbito académico a nivel de apuntes/estudio, a pesar de ello no era capaz de verme leyendo en pantalla electrónica. Las primeras experiencias no fueron muy buenas: me metí en el mundo del libro electrónico a través de una tableta y me resultaba pesado, era como estar muchas horas utilizando el ordenador, la vista se resentía, hasta que cayó en mis manos un e-book de los de tinta electrónica y ¡menudo cambio! Pronto nos hicimos amigos pues la experiencia era, solo en cierto modo, similar al de la lectura en papel, ningún brillo extraño, incluso era táctil y pasar las páginas un gesto natural. Hasta aquí mi experiencia.

Si intentamos hacer una valoración objetiva del uso de un e-book con tinta electrónica es satisfactorio en muchos aspectos, pero todavía debería mejorar en muchos otros. El modelo que tengo es uno sencillo de manejar y bastante completo en cuanto a lo que ofrece (mp3, wi-fi aunque muy flojo,  táctil…). Como estudiante de filología resulta muy cómodo poder llevar diversos volúmenes reunidos en apenas 100gr, este es un punto a favor de estos dispositivos pues aquellos que trabajamos con libros agradecemos ir un poco menos cargados tanto en peso como en volumen. Algunos modelos, como el mío, permiten realizar búsquedas dentro de los textos, algo muy útil para cuando se busca un fragmento en concreto, por ejemplo. A pesar de lo anterior, cabe decir que estas posibles ventajas dejan de serlo desde el punto de vista en que se realiza una inversión en un dispositivo para el que no hay suficiente oferta, es decir, el libro está a la venta pero la oferta de epub no es tan amplia como la existente en papel y, sobre todo, es de menor calidad pues carecemos de ediciones críticas de las principales editoriales para poder dar un uso realmente eficaz de nuestro «aparatito». Y no solo esto, el precio de los epub es, en ocasiones, en comparación con la edición en papel, desalentador. Bueno, más bien indignante. Por un producto que no ha sido impreso, ni se han hecho unas tapas, ni se ha distribuido físicamente se cobra prácticamente lo mismo que por la edición en papel. Diferencias insignificantes a veces que hacen que uno se plantee si realmente es una buena inversión dado el precio, que tampoco es bajo, de los ebook. Un último punto en contra es que no son nada cómodos para el uso de manuales de consulta. Las tabletas permiten mayor libertad para trabajar con los documentos, subrayar, anotar… y también mayor rapidez para pasar las hojas. Por lo tanto, lo que necesitamos no es tanto una pugna entre papel o ebook sino una solución integradora que recoja la idea de un libro electrónico con un procesador más potente, una mayor oferta editorial y, sobre todo, una oferta editoral de calidad, con ediciones críticas junto al perfeccionamiento de los dispositivos táctiles que permiten escribir o subrayar, si bien esto a veces puede llegar a convertirse en una pequeña odisea.

Solo cuando se consiga llegar a una solución intermedia, que incluya una buena relación calidad-oferta-precio, esta discusión tendrá sentido pues puede que estemos ante un dispositivo muy útil en algunos campos (incluso en el del ocio pues cuando uno prepara una maleta para varias semanas agradece, al igual que cuando va a clase, no llevar unos cuantos libros que aumenten el peso de su equipaje en varios kilos sino sólamente un ligero dispositivo que, además, cabe en cualquier bolsito) que no está siendo valorado objetivamente al no estar uno al nivel del otro en cuanto a oferta y disponibilidad: son pocas las bibliotecas que distribuyen libros en formato epub, si bien esto se debe en parte a que no se sabe muy bien cómo controlar las reproducciones ilegales (si bien los libros «tradicionales» también se fotocopian en ocasiones).

Gemma Burgos Segarra.